Hay personas que están a favor y en contra de los tatuajes. Fuera de esa bizantina discusión, hoy muchos jóvenes del estado de Hidalgo, están optando por una tendencia, que no moda, la de tatuarse iconos y símbolos de la cultura indígena, otomí y náhuatl.
Sin duda, frente a todas las opiniones y debates, esa expresión artística se plasma en el lienzo más valioso de todos, la piel humana.
Maestros tatuadores han creado verdaderas obras de arte, en la que no pueden faltar los Tenangos y en la región del Valle del Mezquital, los denominados “pajaritos otomís”, uno de los símbolos más representativos de este pueblo indígena, que persiste desde antes de los toltecas, aztecas, españoles y del mestizaje.
Los jóvenes consultados por revistalaneta.com, refieren que se graban estas imágenes, por representar sus raíces, su origen y conservar una identidad.
Existen también maestros tatuadores que plasman en la piel, huellas de las deidades, esculturas y códices del pueblo náhuatl, tales como Osvaldo Castillo, quien tatuó al guerrero tolteca de Tlahuizcalpantecuhtli (mejor conocido como “Atlante” de Tula), y quién tiene una amplia trayectoria en este tipo de expresión, enfocada al tema prehispánico.