En los áridos parajes que rodean Santa María Macua crece una de las plantas más singulares y representativas de la región: la biznaga de chilitos, conocida científicamente como Mammillaria roseoalba. Esta cactácea endémica de México es fácilmente reconocible por su forma globosa y sus pequeñas flores de tono rosa pálido que, al marchitarse, dan lugar a sus peculiares y coloridos frutos: los llamados “chilitos de biznaga”.
De crecimiento lento, esta planta apenas alcanza una altura de 6 cm, con un diámetro que va de 5 a 10 cm. Su superficie está cubierta por tubérculos en forma de mamila, de donde proviene su nombre, los cuales poseen un jugo lechoso y están coronados por espinas de distintos grosores. Su estructura no solo es llamativa, sino que cumple una función importante en su supervivencia en climas desérticos.
El proceso de reproducción de la Mammillaria roseoalba depende de la polinización que realizan insectos y murciélagos, encargados también de dispersar sus semillas por el paisaje semiárido. De las flores emergen frutos pequeños, alargados y de intenso color rojo, conocidos como chilitos. Estas bayas, que miden entre 2 y 3 centímetros de largo, son muy apreciadas por su sabor agridulce y su versatilidad culinaria.
En Santa María Macua, los chilitos de biznaga forman parte del patrimonio natural y cultural. Son consumidos sobre todo por niños como dulce natural, aunque también se emplean para elaborar mermeladas, aguas frescas, salsas e incluso postres. Aunque crecen silvestres en el monte, los chilitos también pueden encontrarse en mercados regionales, lo que ayuda a su conservación y valoración.
Esta pequeña planta no solo embellece el paisaje, sino que conecta a los habitantes de Macua con sus raíces, con la biodiversidad del semidesierto y con el sabor de lo auténticamente local